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lunes, 2 junio, 2025
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Historia de Puerto Real: De nuevo reflexiones sobre nuestro Patrimonio Cultural (I)

El Patrimonio Cultural (histórico, arqueológico, artístico, documental, inmaterial, monumental, etnológico…) representa una parte fundamental de nuestro bagaje como cuerpo social, y constituye la parte esencial de ese conjunto de referencias identitarias permanentes que modelan los límites de un cuerpo social y un horizonte cultural. Así, los hitos patrimoniales, y entre ellos los monumentales (sin menoscabo de otros elementos patrimoniales de una u otra naturaleza) nos unen a nuestro pasado histórico, y forman las líneas maestras insustituibles e imprescindibles que han de ser conservadas para que el cuerpo social al que pertenecen no pierda los referentes de su propia identidad.

Hemos hablado, y escrito, sobre esta cuestión en no pocas ocasiones anteriores, y queremos volver sobre ello ahora, acercando de nuevo a los lectores algunas reflexiones en torno a las cuales ya hemos trabajado previamente, pues la situación que vive (desde hace demasiado tiempo) el Patrimonio Histórico portorrealeño es verdaderamente acuciante y preocupante.

Señalaremos así que los bienes patrimoniales, y entre ellos y de forma destacada los elementos y monumentos históricos (de cualquier naturaleza), dibujan el cuadro de la Historia de un cuerpo social, formando parte por tanto de las raíces del mismo, y ayudando a reflejar el paso del tiempo y la evolución de las sociedades en ese ámbito cronológico que de manera tan profunda las determina y las explica. De este modo los bienes patrimoniales deben ser considerados no como un elemento “complementario” (no como un “extra”, un bonus o una suerte de plus), sino como una parte esencial, íntima e intrínseca, de un cuerpo social, como algo que auténticamente define a una sociedad determinada (a la sociedad en cuyo paisaje urbano, natural, colectivo se integran dichos bienes patrimoniales), algo que la cohesiona y le ofrece integridad y solvencia, que la identifica.

Y todo ello sin olvidar nuestras propias responsabilidades como creadores de elementos patrimoniales por nosotros mismos: en este sentido es obligado señalar que no debemos permitirnos el lujo -auténticamente indeseable- de pervertir (literalmente) el corpus del Patrimonio local con la creación de elementos intrusivos que lo merman y lo disminuyen en su espíritu, en su carácter y en su esencia, desvirtuando su identidad, su integridad y su carácter. Los caprichos de los gestores públicos locales (de la mano de la ignorancia y la vanidad), en una u otra ciudad, en demasiadas ocasiones llegan a comprometer la continuidad de algunos hitos patrimoniales, suponiendo un freno a la conservación de otros, impidiendo por ejemplo el empleo de determinados hitos patrimoniales y su adaptación a la realidad móvil y cambiante de las necesidades de la sociedad a la que pertenecen.

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El Patrimonio (nos referimos al Patrimonio Cultural, entendido el mismo en un sentido amplio, inclusivo, contemplando múltiples y diferentes formas y aspectos del referido Patrimonio) es en fin de cuentas un elemento identitario, es un elemento de anclaje y de fortalecimiento de la identidad pues contribuye a construir la identidad de un horizonte cultural, a fortalecerla y afianzarla. Puede decirse de esta forma que sin Patrimonio no hay identidad, que sin Patrimonio habrá de producirse una inevitable y terrible pérdida de identidad de un cuerpo social, un tremendo desarraigo del cuerpo social respecto a su propia Historia y, en fin de cuentas, respecto a sí mismo y a su propia identidad. Así, una sociedad que se ve despojada de sus elementos patrimoniales (Patrimonio Monumental, Arqueológico, Histórico, Artístico, Inmaterial, Antropológico, Etnológico, Literario, Documental, Tradicional…) será una sociedad condenada fatal e irremisiblemente a la pérdida de su propia identidad y por tanto, llegado el caso a un extremo, será una sociedad condenada a su propia destrucción y desaparición como horizonte cultural en sí, de manera que en la destrucción de Patrimonio no hemos de ver por tanto solamente un elemento de peligro que acaso viene de la mano de la especulación y/o del desconocimiento…

Escombros junto a la Noria de Autrán.
Escombros junto a la Noria de Autrán.

La pérdida y la destrucción del Patrimonio Cultural pueden tener que ver con una expresa y deliberada voluntad de deconstrucción de la identidad de un cuerpo social dado (mayor o menor: de una sociedad extensa o de un grupo humano singular en concreto) y por tanto y así mismo con una expresa voluntad de desarraigar a un cuerpo social determinado respecto a su propia Historia, a su propia Cultura e incluso a su propio paisaje (de ahí también uno de los factores de riesgo de la pérdida y merma del Patrimonio Natural, que también y con tanto vigor nos conecta con nuestra identidad) y por tanto respecto a su propia identidad.

Todo ello conducirá finalmente a la desaparición cultural de dicho cuerpo social que -desarraigado de sí mismo y mermado en su identidad- estará desprovisto de herramientas e instrumentos para su propia conservación (para defenderse de este fenómeno progresivo de destrucción patrimonial e identitaria) y para la construcción continuada hacia el futuro de su propio ser como cuerpo social.

Los bienes patrimoniales perfilan los contornos de la identidad de una comunidad ya que son testigos de una Historia que se manifiesta y que se hace literalmente tangible de la mano de dichos bienes patrimoniales, una Historia que, como no nos cansaremos de repetir, entre todos debemos ayudar a divulgar y conocer, un Patrimonio Cultural la difusión de cuyos valores debe ser una tarea y una convicción común, y cuya promoción y conservación no debe ser algo ajeno a la voluntad y la responsabilidad y la conciencia del conjunto de una ciudadanía digna de tal nombre.

Ello es especialmente así porque el Patrimonio Cultural (Histórico, Monumental, Arqueológico, Artístico, Etnológico, Musical, Inmaterial, Documental…) no es ni por ende debe ser algo alejado de la vida cotidiana de los ciudadanos ni ajeno a la identidad misma de la ciudadanía. El Patrimonio no es algo que “se visita” de vez en cuando; no es un “adorno”; no es algo a lo que uno se acerca de forma puntual y extraordinaria, sino que es una parte vital, esencial, de nuestra realidad y de nuestra identidad, de nuestro ser diario, y forma parte de nuestro día a día cotidiano por más que acaso muchas personas no lo perciban así, no lo entiendan ni lo sientan así.

El Patrimonio es una realidad envolvente, que rodea en todo momento la vida de la ciudadanía y forma parte de la misma, algo que se hace tangible y fácilmente entendible en un contexto histórico local que se muestra jalonado de hitos patrimoniales. Ello es aún más evidente dado que nuestra ciudad se encuentra inserta en un contexto histórico singular y poliédrico, lo que se hace visible en un Patrimonio Cultural engarzado entre las distintas tradiciones y los diversos horizontes culturales que conforman la identidad de la comunidad actual y lo más rico de nuestras raíces.

Manuel Parodi
Manuel Parodi
Doctor Europeo en Historia, arqueólogo. Gestor y analista cultural. Gestor de Patrimonio. Consultor cultural.

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