Acercarnos a la propia Historia y tratar de conocerla mejor es siempre una buena razón, una buena causa, para centrar el interés en lo que nos une. Ahora que parece haber tantas cosas que nos separan, que nos dividen, el estudio y con ello la comprensión de unos determinados hechos históricos viene a poner sobre la mesa la existencia innegable de unas señas de identidad comunes, de unos elementos tangibles de unión que no pueden ser discutidos y que nos hacen tomar conciencia de que somos parte de un todo mayor, de una comunidad, la Humanidad, que solo se entiende si la concebimos y la comprendemos como un todo no uniforme pero sí unitario.
Puerto Real forma parte del espacio administrativo que en la actualidad se encuentra dando forma a la provincia de Cádiz, en la Comunidad Autónoma (que es decir región, con otros términos) de Andalucía. Pero Puerto Real es también una comunidad cultural e histórica que trasciende los límites administrativos actuales en su Historia y que se asoma al Atlántico y a la Bahía de Cádiz desde el alba de los tiempos, como muestra su riquísimo Patrimonio Histórico, y -en lo que atañe a su antigüedad- como demuestra así mismo y especialmente el conjunto de sus yacimientos arqueológicos aún pendientes de inclusión en una actualizada y completa Carta Patrimonial local donde puedan aparecer catalogados y registrados en el que podría ser un primer volumen, dedicado al Patrimonio Arqueológico, de la Carta Patrimonial de Puerto Real, que la Villa verdaderamente necesita que pueda llevarse a cabo, necesidad en la que venimos insistiendo desde hace años a despecho de los diferentes gestores de la cosa pública a los que hemos expuesto la cuestión y que han mostrado un escaso (nulo) interés en el asunto.
Puerto Real es una comunidad humana que remonta su identidad a siglos y siglos atrás, que es -y que se sabe, o debería saberse- heredera de aquellos primeros pobladores de su territorio como los moradores del yacimiento El Retamar y de aquellos romanos de yacimientos como los de El Gallinero, Villanueva o la Villa del Mosaico, de aquellos primeros pobladores de la nueva Real Villa fundada por los Reyes Católicos en 1483, constituyendo una comunidad histórica que ha logrado mantener sus señas identitarias y su carácter (un proceso siempre en construcción) a lo largo de los siglos.
Decir Puerto Real es hablar de Historia, de luz, de mar, de color, de brisa entre Levante y Poniente, de esteros y de sal. Puerto Real es uno de los privilegiados escenarios donde se construyeron y armaron las naves de la Carrera de Indias desde finales del Cuatrocientos, hace más de 500 años, y es el marco en el cual dichas naves de las Reales Armadas buscaban cobijo y reparo cuando necesario tras sus singladuras por los océanos y mares del Globo.
Es una ciudad con condición de Villa Realenga que ha sido históricamente nervio, nudo y corazón de uno de los principales arsenales de la Monarquía Hispánica durante la Modernidad, la Bahía de Cádiz, verdadero eje neurálgico desde el que partían las expediciones que dieron forma a mundos nuevos allende los mares, expediciones como las navegaciones colombinas que atravesaron el Atlántico hace más de medio milenio. Es el escenario en el que se luchó por las libertades y el constitucionalismo hace ahora algo más de doscientos años, en El Trocadero, cuando unos pocos defendieron la primera Constitución española en el verano de 1823, una efeméride convertida en nada por la inepcia de quienes debían -alguno, incluso, contaba con nociones históricas- haber conseguido que dicho extraordinario acontecimiento hubiera encontrado, siquiera, algo de eco allende nuestro solar local más allá de cuán escaso y pobre que fue la apenas existente conmemoración (insistimos, por la mediocridad e inepcia de algunos), truncada desde sus inicios.
En la Bahía de Cádiz, en pleno corazón de su Parque Natural, Puerto Real es un reflejo privilegiado de la Historia, uno de los puntos de referencia de nuestro Patrimonio común como vecinos de la Bahía, y es al mismo tiempo una referencia para quienes buscan cada año en nuestras calles, en nuestras plazas, unos días de esparcimiento en un espacio incomparable donde nadie es extranjero, donde nadie es de fuera, donde se puede disfrutar no sólo de la riqueza singular del Patrimonio Monumental, Histórico y Artístico local, sino de nuestra rica gastronomía, de nuestro paisaje natural, de la singularidad de esta Villa medieval que tantos siglos de Historia atesora.
Puerto Real es Historia y Patrimonio, es monumentos, castillos como los de Matagorda o Fort Luis, iglesias y templos centenarios, como San Sebastián, La Victoria, o San José, y es paisaje, marisma, esteros, mar, pinares, monumentos y parajes como el Real Carenero, La Algaida, el Trocadero, las malheridas Canteras, los astilleros… Su Patrimonio Cultural y Natural, en fin de cuentas.
Puerto Real es la residencia que acaso Cristóbal Colón quiso tener, es Isabel la Católica fundando la Villa con su consorte el Rey Fernando un 18 de junio de 1483, es el abrazo del mar, es efímera capital de la Corona de Castilla en la Bahía gaditana a finales del Cuatrocientos, es un espacio que se abraza a su Historia mecido por las olas la Bahía y el Levante…
Puerto Real es industria, es trabajo y es sacrificio, es el fruto y el resultado histórico del esfuerzo de miles de personas que a lo largo de los siglos hicieron suyo el compromiso de llevar adelante a nuestra ciudad, dando lo mejor de sí mismas en su actividad diaria aunando la realidad del mundo que les tocó vivir con su propia identidad rica y prolija, dando forma a esas señas de identidad que se materializan en la forma de ser de una comunidad donde todo el mundo tiene un origen familiar rico y variado.
Puerto Real es una comunidad industriosa que ha hecho del trabajo su bandera, conjugando siempre tradición e innovación; es Historia, es presente y es futuro; es su gente, su Bahía, su río San Pedro, sus pinares, su campo y su litoral. Es lo que sabemos, y todo lo que aún nos queda por conocer y construir. Es Historia viva en el corazón de la Bahía gaditana, en la costa atlántica del Golfo de Cádiz.
Todo ello sigue estando en peligro, cuando el Patrimonio Histórico portorrealeño, fiel reflejo, fruto y testigo de nuestra Historia en común, sigue huérfano de protección, conservación, investigación y difusión; cuando aún queda tanto por hacer para su mejor y mayor conocimiento por parte de la ciudadanía, cuando las intervenciones que se realizan son escasas y queda aún tanto por hacer, insistimos, en pro de su conservación para las generaciones futuras.
Está en manos de la ciudadanía, que es decir de todos nosotros, insistir en que se trabaje a favor de la preservación de nuestro legado histórico y patrimonial -y es algo que, en lo que nos atañe, venimos reivindicando desde hace algo más de tres décadas- antes de que pueda llegar a ser demasiado tarde. No nos lo perdonaremos si fallamos.