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jueves, 25 abril, 2024
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Sobre una familia de productores y negotiatores romanos en el territorio de Puerto Real, los MEVII FAVSTI (II)

Hemos tenido ocasión de adelantar, en parte, algunas de las trazas de la estrecha relación mantenida por esta familia de comerciantes romanos, los Mevii, con el territorium de la actual Villa de Puerto Real en la Antigüedad, de lo que tenemos conocimiento gracias a los relevantes testimonios arqueológicos que de dicha época, y vinculados con estos Mevios, es posible encontrar en la campiña portorrealeña; es posible asimismo seguir la pista de las actividades de los integrantes de este colectivo familiar (y empresarial) concreto, el de los  MEVII FAVSTI, de la mano de las diversas producciones cerámicas que -ostentando las iniciales de unos u otros miembros de dicha familia- salpicarán a lo largo de un lapso considerable de tiempo las riberas del Mediterráneo Occidental (y no sólo el marco del occidente del Mediterráneo, como veremos).

Hallaremos una presencia especial, mayor, de estas marcas en la Península Ibérica, la Hispania Romana, donde habría quizá podido encontrarse el elemento nodal de sus iniciativas y actividades económicas. De esta forma, a las producciones de salazones puestas en los circuitos comerciales romanos desde la Bahía Gaditana, unas producciones representadas, por ejemplo, por elementos como los contenedores anfóricos hallados en yacimientos del moderno término municipal de Puerto Real (como los que se encuentran en la gran Zona Arqueológica de Puente Melchor-Barrio de Jarana)[1] y ya citados en el anterior capítulo de esta serie, unas producciones puestas en mercado, decíamos, a lo largo de la segunda mitad del siglo I d.C. por el ya citado “L(ucius) ME(vius) FAVS(tus)” vendrían a sumarse otros productos e igualmente otras regiones peninsulares hispanas, igualmente participantes de la esfera de actividades desarrolladas por este colectivo familiar que nos ocupa.

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Así, antes incluso de la época en que vemos desarrollarse la actividad de nuestro “paisano” Lucio, (será bueno que recordemos en este sentido que el mismo se mostraba activo a mediados del siglo I d.C.) encontraremos ánforas vinarias tarraconenses (esto es, originarias de la provincia Tarraconensis, en el Noreste de Hispania, y, de manera más específica, de la zona más oriental de aquella provincia romana) presentando dichas ánforas tarraconenses asimismo las  marcas “Q. MEVI” y “MEVI”. Se trata en el caso de la primera marca (“Q. MEVI”) de dos ánforas del tipo “Laietana 1” halladas en la ciudad romana de Baetulo (la actual Badalona), la cronología de las cuales M. Comas i Solà[2] sitúa en torno al año 30 a.C. (ello es, unos tres cuartos de siglo antes de las muestras de actividad de los antedichos Mevios portorrealeños, parientes –sic– de los tarraconenses); Comas menciona asimismo el hallazgo de esta marca (“Q. MEVI”) sobre contenedores cerámicos romanos de tipología indeterminada en Ampurias [la antigua Emporion] con una cronología que la referida investigadora establece antes del cambio de Era (es decir, también en el siglo I a.C., como en el caso de las marcas y ánforas de Baetulo-Badalona antes mencionadas); junto a estas marcas de “Q. MEVI” que acabamos de considerar, la misma Comas hace mención del hallazgo de una marca de “MEVI” sobre un ánfora destinada a contener vino, de tipo “Pascual 1” (también de la Tarraconense, también de la moderna Badalona), y pone en relación ambos nombres (en un caso paralelo al de los tituli sobre contenedores anfóricos portorrealeños), toda vez que los tipos anfóricos sobre los que se presentan en la Cataluña romana (ánforas de los tipos “Laietana 1” y “Pascual 1”, como veíamos) podrían haber conocido un período de  producción coetánea, de forma que los “Q MEVI” y “MEVI” tarraconenses podrían ser miembros de un mismo grupo familiar, podrían haber vivido -de tratarse de dos individuos distintos- contemporáneamente, sin descartarse que ambos tituli pudieran estar adscritos a un mismo individuo (un “Quinto Mevio”, en este caso, del que conoceríamos la inicial del praenomen -la “Q”, que podemos desarrollar en “Quinto”, así como el cognomen completo, “MEVI”, esto es, Mevio, o Mevios de tratarse de un nominativo plural).

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La cronología de estas ánforas tarraconenses, como vemos, se sitúa en el último tercio del siglo I a.C., mientras su radio de producción está circunscrito (de acuerdo con los hallazgos producidos) a la zona costera catalana entre las localidades de Badalona y Ampurias; estos contenedores guardan relación con la comercialización de vinos tarraconenses en el exterior de la Península Ibérica, lo que nos lleva a ver a estos MEVII relacionados asimismo con estos negocios de exportación, como sus familiares de nuestro entorno más cercano (los tarraconenses tienen una cronología del siglo I a.C., mientras los “portorrealeños” pertenecerían ya al siglo I d.C.).

Así pues, nos encontramos ante lo que muy bien pueden ser dos ramas de una misma familia de comerciantes, que habría venido actuando a lo largo de un siglo (esto es, entre el último tercio del siglo I a.C. -los tarraconenses- y la segunda mitad del siglo I d.C. -los que venimos tildando de “portorrealeños”, con cierta licencia, por los lugares de hallazgo de sus marcas sobre ánfora), extendiéndose sus lazos de parentesco, de sangre (como parecen revelar sus “apellidos”, sus cognomina, comunes), desde el Noreste al Suroeste de la Hispania Romana, desde la actual Cataluña hasta los campos y el litoral de nuestro actual término municipal, en la Bahía de Gades.

Veníamos contemplando en los párrafos anteriores la relación existente entre los MEVII portorrealeños y sus más que probables familiares de la provincia Tarraconense, en el Noreste de Hispania. Pues bien, un nexo de conexión cronológica entre estas ya contempladas producciones vinarias tarraconenses de los referidos tituli de “Q.  MEVI” y de “MEVI” (unas estampillas que, como hemos señalado en líneas anteriores, muy bien podrían estar haciendo referencia en realidad a un mismo individuo) y sus parientes del antiguo territorium de Puerto Real vendrían a proporcionarlo varias ánforas halladas en el yacimiento de Sala (cerca de Rabat), en el litoral atlántico de Marruecos.

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De este modo en Sala (Marruecos occidental) aparecen ánforas gaditanas pertenecientes a los tipos “Dressel 1B” y “Dressel 1C”, fabricadas  en el último cuarto del siglo I a.C. (esto es, con una cronología muy similar a las de la Tarraconense), en los labios de algunas de las cuales se muestra la marca “L.M.”, una marca que se corresponde con las del mismo tipo de las que hemos hecho ya mención y a las que hemos visto presentadas en ánforas portorrealeñas destinadas a contener salazones de pescado.

Estas ánforas de Sala vienen a ser especialmente interesantes si cabe, además, porque la tipología de las mismas se corresponde más con los contenedores cerámicos destinados a envasar vino -y derivados del mismo- que a contener salazones, las cuales son consideradas la más principal de las producciones gaditanas de estos momentos  históricos del cambio de las Eras; dicho de otro modo, en la Bahía gaditana (y en Puerto Real en dicho contexto) se producían en época romana ánforas destinadas a contener salazones, así como otras destinadas a contener vino y derivados, y en ambos casos contamos con testimonios de ánforas de unos y otros tipos y finalidad que presentan marcas pertenecientes a los individuos de la familia de los Mevios a caballo entre los siglos I a.C. (las ánforas vinarias de origen gaditano con las marcas “L.M”. halladas en el yacimiento marroquí de Sala) y I d.C. (esto es, las ánforas salsarias halladas en Puerto Real con marcas de los Mevios, las ánforas Dressel 8 del Pinar de Villanueva que presentan marcas como las de “FAVSTI” y “L. ME. FAVS…” que considerábamos en el anterior artículo, primero de esta serie, sin exclusión de la marca “L. M. (…)”, que aparece en ánforas Beltrán IIA destinadas a contener salazón de pescado y sus derivados salsarios, una marca esta última, coincidente en su forma con las marcas de Sala (“L.M.”, igualmente), pero separada de las marroquíes por un siglo, grosso modo (las halladas en Marruecos pertenecerían al último cuarto del siglo I a.C., mientras éstas tendrían una cronología que las adscribiría al último cuarto del siglo I d.C., como señalábamos en el precedente artículo).

Sabemos de la producción de ánforas del tipo “Dressel 1B-C” (vinarias) en varios  yacimientos del término municipal de Puerto Real, caso de la Cantera y de la Calera de Lavalle; es posible de este modo poner en relación el posible origen de las ánforas para vino de Sala, Marruecos, (que como sabemos son de procedencia gaditana, sin exclusión de su hipotética adscripción al solar específicamente portorrealeño…) con yacimientos situados concretamente en el territorio de Puerto Real, donde encontramos igualmente a los MEVII FAVSTI (uno de cuyos titulus es precisamente el de “L.M.”, tal y como se encuentra en Sala, y como venimos viendo) envasando garum y similares; no ha de resultar complicado, de este modo, establecer la relación existente entre los MEVII que comercian con vino (gaditano) en el ámbito del Marruecos Atlántico en el siglo I a.C. y los MEVII que producen y envasan salazones en el territorio que es hoy de Puerto Real más de medio siglo después, en la segunda mitad del siglo I d.C.

Pero cabe preguntarse de quién se trata, ¿qué “Mevivs” es este “L.M.” (Lucius Mevius) de Sala? Es oportuna la cuestión pues para la época a la que pertenece el “L.ME.FAVS.” portorrealeño aún falta, cuando menos, un buen medio siglo, como ya hemos señalado.

Pues bien, puede que sea posible hallar la respuesta gracias a otro titulus (otra marca) sobre un ánfora hallada en esta ocasión en Francia, en Saint-Roman-en-Gall (en Vienne, en el eje de los potentes ríos Ródano y Saona, un eje fluvial de gran relevancia como elemento de comunicación y transporte, amén de como factor de ordenación del territorio galo); se trata en este caso de un ánfora del tipo “Dressel 12”, también destinada a envasar conservas de pescado (y sus distintos derivados, entre los que se contaba el garum), que presenta la marca “L.ME.RVFVS” (Lucius Mevius Rufus); como puede observarse, encontramos una total coincidencia en las iniciales del praenomen (“L.”) y del nomen (“ME.”) con los tituli de los Mevii de Puerto Real (y de Sala), mostrándose sólo una diferencia en el cognomen de los mismos (“Favstvs” en el caso de los hallazgos portorrealeños, “Rvfvs” en este ejemplo hallado en territorio francés); en relación con esto, G. Chic García[3] apunta el parentesco existente entre los MEVII de Puerto Real, los aparecidos sobre material cerámico hallado en los Castra Pretoria (Roma), y la marca de Saint-Romain-en-Gall.

En este caso, con la “Dressel 12” de Saint-Roman-en-Gall, nos encontramos ante un ánfora cuya cronología se enmarca en el cambio de Eras, y que nos acerca, por ello, a las cronologías de los Mevii Favsti de la Bahía de Cádiz, al tiempo que sus iniciales (como sucede con su período de actividad) vienen además a coincidir con los ejemplos ya citados de Sala (en Marruecos), sirviéndonos  como nexo entre todos ellos y como prueba de la continuidad de las actividades de este grupo familiar, al menos, desde los mediados-fines del siglo I a.C. hasta las postrimerías de la centuria siguiente, ya en época de la Dinastía Flavia -que reina entre el 69 y el 96 d.C. a través de los emperadores Vespasiano, Tito y Domiciano.

Referencias:

[1]  Una “Zona Arqueológica”, la citada, que se define por la concentración de yacimientos arqueológicos, esencialmente de época romana, en un espacio que trasciende en lo físico los límites que hemos mencionado para la misma (el Barrio de Jarana y el Puente Melchor); nosotros nos hemos atrevido a dar nombre como “Zona Arqueológica de Puente Melchor-Barrio de Jarana” a la misma (contemplándola así como un entorno de conjunto, y no sólo como un espacio en el que se produce una acumulación de yacimientos; en este sentido cabe señalar que veremos y abordaremos en futuros textos de esta serie la naturaleza romana del Barrio de Jarana, más que probable, y la continuidad de la toponimia de la zona en cuestión desde la romana Sacrana hasta la moderna Jarana, pasando por la islámica Xarrana (SacranaXarrana-Jarana), asunto sobre el que hemos tratado en diferentes ocasiones con anterioridad; al respecto (y daremos una sola referencia de entre las varias posibles) véase nuestro artículo “Sacrana”, publicado en M.J. Parodi Álvarez, Historia de bolsillo. 10 Sueltos sobre Puerto Real. Puerto Real 2006, pp. 35-58.

[2]  Véase al respecto su obra Baetulo. Les Àmfores. Badalona, 1985.

[3]  En su artículo “Economía y Sociedad en la Bética  Altoimperial. El  testimonio de  la epigrafía anfórica. Algunas notas”, publicado en C. González Román (ed.), La Sociedad de la Bética. Contribuciones para su estudio. Granada 1994, pp. 75-122.

Manuel Parodi
Manuel Parodi
Doctor Europeo en Historia, arqueólogo. Gestor y analista cultural. Gestor de Patrimonio. Consultor cultural.

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2 COMENTARIOS

  1. Muchas gracias, Aurora, por tu comentario; lo cierto es que desde antes de nuestra Era la tierras hoy portorrealeñas están dando muestras de su actividad económica, como prueba la investigación histórica y arqueológica. Un cordial saludo.

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