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jueves, 18 abril, 2024
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Retazos de Historia local: notas sobre el Puerto Real anterior a la Fundación por los Reyes Católicos (IV)

 

[Como señalábamos en las semana anteriores en los precedentes cortes de esta pequeña serie, el texto que estamos presentando ahora, y que cerramos con la presente entrega, fue publicado primera y originalmente con el título de “Retazos de Historia local: notas sobre el Puerto Real anterior a la Fundación” en el libro Historia de bolsillo. 10 Sueltos sobre Puerto Real, publicado en Puerto Real, en 2006 (entre las páginas 15-34 del citado volumen); tal y como hemos ya expuesto, lo hemos venido trayendo hasta aquí -a lo largo de varias entregas durante las pasadas semanas- una vez más, con vistas a conseguir su mejor y mayor difusión, respetando el texto original del artículo; como en el caso similar de otros trabajos traídos con anterioridad y del mismo modo a este espacio, este artículo se muestra ahora por primera vez en este formato y en la web, en las páginas virtuales de “Puerto Real Hoy”]

En algunos trabajos previos a éste[1] hemos ya tenido ocasión y modo de abordar una -siquiera- somera enumeración de yacimientos romanos del actual término municipal de Puerto Real, como forma de volver a insistir en la relevancia del poblamiento humano en estas tierras con anterioridad a la fundación de la Real Villa en las postrimerías del siglo XV por la Corona de Castilla, hecho probado desde la Prehistoria por yacimientos arqueológicos como el de “El Retamar” y que hoy es algo comúnmente conocido y que no asusta a nadie. Pues bien, por seguir abundando en lo que respecta y atañe al papel de nuestro pasado romano, señalaremos sólo los nuevos hallazgos realizados en la zona entre Casines y Puente Melchor, ya que puede tratarse del área de mayor concentración de estructuras de época romana de todo el término, estructuras que abarcan un amplio arco cronológico extendido -cuando menos- entre los siglos I y IV d.C., aunque es dable encontrar igualmente estudiosos que proporcionan y consideran dataciones aún más flexibles, en función de los materiales arqueológicos de referencia[2].

En cualquier caso, parecen de sobras probados la actividad y el poblamiento romano de época bajoimperial en el suelo del actual Puerto Real, tal y como señalan materiales hallados en nuestro término cuya datación pertenece a dicho momento histórico, a los finales de la Romanidad tal y como solemos entenderla habitualmente (a saber, el Imperio Romano de Occidente, y el siglo V de nuestra Era Cristiana). De este modo, y por poner un ejemplo de algunos restos de cultura material ya adscritos a lo que se suele considerar como “Baja época” romana que aparecen en determinados yacimientos arqueológicos de nuestro término, contamos con ánforas destinadas a contener aceite (del tipo Dressel 23-B), que estarían datadas en el siglo III d.C., según Beltrán Lloris. También en el siglo III d.C. se encuadrarían yacimientos portorrealeños como sería el caso de alguna villa romana emplazada en el seno de nuestro amplio territorium moderno que la estudiosa Mª. José Jiménez Cisneros (ya a mediados del siglo pasado) data en dicha centuria (vid. la correspondiente bibliografía, infra).

En este sentido, y ciñéndonos al marco cronocultural tardorromano, podemos hacer mención de los yacimientos que el equipo en su día encabezado por la doctora María Lazarich (de la Universidad de Cádiz) sitúa cronológicamente en el ámbito de los siglos IV-V de nuestra Era (en el mismo horizonte temporal al que venimos ciñéndonos), los cuales presentan materiales como T.S.A. (Terra Sigillata Africana, es decir, vajilla de cocina romana procedente del África romana y de cronologías adscritas a época bajoimperial), unos materiales que se encuentran en ese mismo marco temporal de los siglos IV y V de nuestra Era.

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Cornelio Balbo. El gaditano de Augusto.
Cornelio Balbo. El gaditano de Augusto.

El profesor E. García Vargas (de la Universidad de Sevilla), por su parte, extiende la duración como núcleo romano activo de “Villanueva” (sito en el actual Barrio de Jarana, en su límite meridional) hasta el siglo IV d.C., con independencia de que hubiera podido dejar ya de ser -en dicho momento- un centro pujante de producción de ánforas como sucediera en épocas inmediatamente anteriores pertenecientes al mismo horizonte cultural romano; el mismo investigador entiende que yacimientos como los de “Puente Melchor” o el “Olivar de los Valencianos” habrían estado igualmente activos (habitados y “vivos” como espacios poblados) al menos hasta los siglos IV-V de la Era cristiana, aunque hay quienes alargan el marco cronológico de actividad del espacio de “Puente Melchor” incluso hasta el siglo VI. d.C., en un contexto histórico ya casi casi claramente bizantino -o cuando menos inmediatamente anterior al establecimiento del control político y militar bizantino- en el marco meridional peninsular, no constituyendo la Bahía de Cádiz una excepción a este avatar histórico.

Noticias relativas a momentos históricos más recientes al nuestro y que sitúan el marco de desenvolvimiento humano en tierras de Puerto Real en el momentum del tránsito entre la Antigüedad y la Edad Media son, por ejemplo, las proporcionadas por Francisco Salvador Ventura en su libro Hispania Meridional entre Roma y el Islam. Economía y Sociedad (publicado en Granada, en 1990); Salvador Ventura, haciendo referencia a un trabajo anterior aún (publicado en 1977, esto es, veintisiete años antes de la redacción de nuestro texto) de Izquierdo Benito, apunta a la cerámica de época visigoda que habría sido encontrada en nuestro término municipal, lo que podría hacer patente la existencia y continuidad de un poblamiento humano estructural y estable en nuestras tierras entre los siglos VI y VIII d.C., es decir, en la aún relativamente confusa época que (por emplear términos próximos, si se quiere, a los tópicos historiográficos todavía en vigor, sobre los cuales hemos tenido forma de pronunciarnos, siquiera someramente, en líneas anteriores del presente texto -y de los inmediatamente precedentes a éste) sirve como una suerte de “bisagra” (por así decirlo) entre lo que se viene entendiendo como el fin de la Antigüedad y el primer alborear del mundo medieval en este Occidente, con la arribada a la Península Ibérica de poblaciones norteafricanas (fundamentalmente) y (en menor medida) del Mediterráneo oriental y la Península Arábiga, poblaciones de religión y cultura islámicas, en los primeros años del siglo VIII de nuestra Era.

También en anteriores trabajos (para la referencia a los cuales volveremos a remitirnos a la bibliografía de este texto, infra) relativos igualmente a las épocas en las que la Villa de Puerto Real aún no existía como tal (y fundamentalmente centrados en el ámbito cronológico de la presencia romana en nuestros modernos casco urbano y término municipal) hemos apuntado la pervivencia de nombres evocadores de determinados hitos que pueden remontarse a la época romana en diversos lugares de nuestro territorium, caso, v.g. del cortijo de “Los Arquillos”, que guarda en su nombre la clara y explícita referencia al acueducto romano que servía para el abastecimiento de la ciudad e ínsula de Gades y que en parte de su recorrido atravesaba nuestro actual término municipal. Llegados finalmente a este punto nos centraremos ahora en uno de estos ejemplos de persistencia (de supervivencia cabría decir, sin incurrir en exageraciones) de la Antigüedad (o de algunos tintes y tonos de la misma, cuando menos) en nuestro presente cotidiano, de manera que podamos de seguro contemplarlo de ahora en adelante con una nueva perspectiva, algo que constituye, también, parte del objeto e interés central de estos párrafos.

Augusto. Reorganizador del espacio en Hispania.
Augusto. Reorganizador del espacio en Hispania.

Uno de los nombres que sabemos merced a las fuentes textuales que podría haber recibido en época romana el territorio (cuando menos el territorio costero) ocupado en nuestros días (en todo o en parte, al menos) por el actual Puerto Real (de hecho, y especialmente, por su casco urbano, por el casco urbano de Puerto Real) es el de “Litus Curense” (ese “litoral curense de curvado seno”, de acuerdo con lo que señalan las fuentes clásicas romanas), esa curvatura de la costa en el interior de la Bahía de Cádiz (o de Gades) acerca de la que nos habla (ya en un tiempo tan remoto como el siglo I d.C., hace unos dos mil años) el naturalista y almirante itálico Cayo Plinio el Viejo (quien falleciera, como de sobra es sabido, a resultas de su curiosidad científica mientras, preso de su interés, estudiaba -quizá demasiado de cerca, en función de las fatales consecuencias de su indagación y su curiosidad- la erupción del volcán Vesubio el año 79 d.C., en la Bahía de Nápoles) en su Historia Natural.

También sabemos por las fuentes escritas que quizás en esta misma zona (en el seno de la Bahía, quizá -insistimos, en todo o en parte- en el actual término municipal de Puerto Real) se encontraba el bosque Oleastrum (el “Acebuchal”, acerca del cual contamos con las referencias y testimonios que nos proporcionan diversos autores clásicos como el ya citado Cayo Plinio, como Pomponio Mela (quien debía muy probablemente conocer de forma directa el terreno del que hablaba, ya que era natural de Tingentera, en la costa gaditana del Estrecho de Gibraltar) y el geógrafo Claudio Ptolomeo (todos los cuales vivieron y escribieron durante el mismo período concreto de la Romanidad, la época altoimperial, i.e., el período de tiempo comprendido entre los siglos I y II d.C., considerado convencionalmente).

Este territorio -que al menos en parte de su extensión corresponde en el momento presente al moderno término portorrealeño- contaba, como venimos señalando y demuestran los yacimientos arqueológicos romanos que en el mismo se encuentran (como han probado los estudios precedentes de diversos investigadores), con un alto número de fincas agrícolas y explotaciones costeras (dedicadas éstas últimas a la elaboración de conservas de pescado, como salazones y salsas saladas), alguna de las cuales podría incluso haber dejado constancia onomástica de su existencia hasta nuestros días en terrenos pertenecientes al término de Puerto Real. De hecho, quizá en el nombre de uno de los pagos y núcleos de poblamiento tradicionales de nuestra localidad puedan esconderse las claves de uno de estos episodios de la Antigüedad en la Bahía de Cádiz. Quizá en el Barrio de Jarana pudiera esconderse (de una u otra forma) una realidad mucho más antigua; quizá bajo las calles del Barrio de Jarana (y en sus aledaños) sobreviva (soterrada, dormida…) aún hoy una “Sacrana” de origen más remoto de lo que puedan llegar a figurarse quienes la habitan en nuestros días.

La realidad arqueológica de Puerto Real, de nuestro término municipal comprendido como un todo unitario, debe aún -estamos convencidos de ello- proporcionarnos mucha información, y quizá asimismo no pocas sorpresas, de la mano de los avances de la investigación, de los estudios que deberán conducir al mejor y más completo conocimiento de nuestro entorno inmediato, y con ello de nuestras raíces más profundas, de nuestro pasado más lejano ése que, por ejemplo, nos habla de la Prehistoria en El Retamar, de la época romana en Puente Melchor, de la Edad Media en la Prioral, de la época Moderna en nuestro casco histórico, y del mundo contemporáneo en nuestros Astilleros… Esa Historia que forma parte de nosotros, de nuestros genes y nuestros memes y que nos hace ser lo que somos, portorrealeños.

REFERENCIAS:

[1]   Vid. la bibliografía que acompaña a estos párrafos, infra.

[2] Precisamente en la muy fructífera -desde un punto de vista arqueológico e histórico- zona de Puente Melchor ha sido descubierta como sabemos (y a consecuencia de unas obras), una necrópolis romana (a la que hemos mencionado y hecho referencia supra); ésta ha sido excavada por Mª.L. Lavado Florido y los resultados de dicha excavación fueron presentados por su excavadora en el marco del Congreso Internacional “FIGLINAE BAETICAE. Talleres Alfareros y Producciones Cerámicas en la Bética Romana, ss. II a.C. – VII d.C.”, celebrado en Cádiz entre los días 12 y 14 de noviembre del año 2003, las Actas del cual están recogidas en el número correspondiente de los British Archaeological Reports (B.A.R.) de 2004 [Figlinae Baeticae. Talleres alfareros y producciones cerámicas en la Bética romana (s. II a.C.-VII d.C.). Actas del Congreso Internacional. Cádiz, 12-14 de noviembre de 2003. BAR International Series 1266, 2004 (II vols).

Manuel Parodi
Manuel Parodi
Doctor Europeo en Historia, arqueólogo. Gestor y analista cultural. Gestor de Patrimonio. Consultor cultural.

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