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jueves, 28 marzo, 2024
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Reflexiones en torno a Sacrana-Xarrana-Jarana (II)

 

Continuamos ahora con la línea emprendida en el texto anterior, considerando diversas reflexiones en torno a Sacrana-Xarrana-Jarana, y, en este caso también, sobre “Rayana/Rayhane”, sobre la identidad posible de uno y otro núcleos, su papel en la Historia medieval y antigua del territorio portorrealeño con anterioridad a la Fundación de la Villa de Puerto Real por la Corona de Castilla en las postrimerías del Cuatrocientos, y su proyección en la Historia ya plenamente portorrealeña, por así decirlo.

Tal y como el núcleo portuense (que ya diera muestras de su pujanza y dinamismo desde el Bronce, con el yacimiento de la Torre de Doña Blanca, por ejemplo) habría despuntado nuevamente en estos momentos, a partir del siglo III d.C.[1], Asido habría podido tomar la cabecera de la comarca en época bajoimperial; de esta forma, habrían sido el retroterra inmediato de la zona (Asido) junto al litoral interior de la Bahía (Portus Menesthei) los que habrían tomado el relevo de la insula gaditana en la punta de lanza de este área. Asido, que habría mantenido este papel predominante en épocas bizantina (cfr. Salvador, 1991) y musulmana (cuando habría aparecido como  núcleo central de una chora propia, la de Sidún/Siduna)[2], habría podido servirse de un puerto propio en el espejo interior de la Bahía, y situado en torno a un núcleo menor, el de “Sacrana”, dependiente del núcleo mayor asidonense (emplazado tierra adentro), un puerto alejado del núcleo urbano al que se adscribe (un “epíneion”), repitiendo esquemas tan válidos como clásicos y en vigor en ciudades provistas de una vía fluvial que interconectara de forma activa ambos núcleos (el urbano principal y el portuario), caso de Roma y Ostia, o no, como en el caso (más cercano, por su paralelismo, al caso y circunstancias que nos ocupan) de Atenas y El Pireo.

En este sentido (y a falta del refrendo de la Arqueología) nos atrevemos a señalar que el Barrio de Jarana habría podido igualmente beneficiarse de la presencia bizantina en estas tierras (y aguas), una presencia bizantina que se dejará sentir activamente al interior en núcleos urbanos como la Hispalis de la época (Salvador, 1990; Vallejo, 1993), que es innegable en el ámbito del Estrecho de Gibraltar (a ambas orillas del mismo) y que podría haberse servido del enclave sacranense como puerto marítimo, un enclave de fácil acceso y evacuación desde el mar para quien controlase el espejo de aguas de la Bahía, merced a una red de caños tales como los de Zurraque y Sancti Petri (por citar sólo los mayores[3]), unos caños, esteros y canales que podrían bien servir como vías de relativa accesibilidad inmediata y de mecanismos de escape y salida del saco interior de la Bahía sin necesidad de circunnavegar la insula gaditana por el exterior de la misma, recurriendo al espejo interior de la Bahía y a su red de cursos acuáticos auxiliares.

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Historia Natural de Plinio
Historia Natural de Plinio

En una confirmación espectacular de lo enunciado cabe señalar que el caño de Sancti Petri, por ejemplo, pudo ser navegado por los grandes bajeles españoles de la Flota de Indias que lograron escapar del saco interior de la Bahía, en fecha tan reciente como 1596 (d.C.) al asalto inglés de Cádiz; en 1808, sin embargo, los barcos del almirante Rossilly, supervivientes franceses de la batalla de Trafalgar, no pudieron escapar de la Bahía siguiendo ese camino, entre otras razones (junto a la resistencia española en La Carraca, que les cerraba el paso) por el propio estado del interior de la Bahía, diferente en 1808 de lo que fuera en 1596; la existencia de pecios tardorromanos (adscritos a los siglos III y V d.C.) en el ámbito del referido caño de Sancti Petri (referencia que agradecemos a nuestro estimado colega el Dr. García Vargas) evidencia la navegación hacia el interior de la Bahía desde el Sur-S.E. en época paleocristiana, momento en el cual -quizá- dicha vía acuática pudiera haber recibido el nombre que conserva, “de San Pedro” [curiosamente cristalizado en latín, “fosilizado”, podría decirse]; es de señalar igualmente que el topónimo “San Pedro” (referido a diversos elementos del paisaje de la zona) se “mueve” por el ámbito meridional de la Bahía gaditana, designando a dos caños: el de Sancti Petri (ya mencionado, entrada Sur-Sureste de la Bahía por su saco meridional) y el río San Pedro (paleocauce del Guadalete, hoy brazo de mar, que da al mar entre Puerto Real y El Puerto de Santa María, al N.-N.O. del saco meridional de la Bahía): ambas corrientes “cierran”, por así decirlo, el referido saco Sur de la Bahía (una por el Sur, Sancti Petri, y otra por el Norte, San Pedro), hoy como hace 1500 años, aunque la naturaleza de la más septentrional de ambas haya variado, siendo que entonces era una de las paleobocas del LakkaWadi Lakka-Guadalete), así como a la isla de Sancti Petri, junto al primero de los dos caños mencionados, el meridional, lugar de culto (y vigilancia de los accesos a la Bahía) desde la Antigüedad que mostrase continuidad del mismo en época cristiana, así como ha mostrado continuidad el uso de guardia y defensa: lo más destacado, arquitectónicamente hablando, de la isla de Sancti Petri hoy día es el castillo que alberga, salvaguarda de época moderna de la entrada Sur de la Bahía de Cádiz, la que tomarían quienes accedieran a la misma desde el Sur o el Este.      

De este modo, el núcleo antiguo situado en el emplazamiento del Barrio de Jarana y sus entornos habría servido como “pivote” de un sistema de defensa, un limes, bizantino que habría tenido su cabecera interior precisamente en la ciudad y territorio de Asido, frente a unos visigodos que habrían podido hacer bascular su propio sistema defensivo en torno al enclave de Gigonza (Sagontia/Segontia), que cuenta físicamente con un emplazamiento enfrentado (y por ello idóneo en estas circunstancias) al del núcleo asidonense.

Y así quizá, de esta forma, el aparentemente modesto núcleo del Barrio de Jarana podría, en realidad, representar el hilo de conexión entre la Alta y la Baja Romanidad en este rincón de la Bahía gaditana, encontrando además su propia solución de continuidad a través de los siglos, mucho después de la desaparición de las estructuras de poder romanas, bizantinas o visigodas en nuestro entorno, y prolongando quizá su propia existencia durante la época medieval y hasta esas postrimerías del Cuatrocientos en el seno de las cuales el reino de Castilla llevó a cabo la repoblación de este trozo interior de la Bahía de Cádiz dando paso a la Villa de Puerto Real.

En la línea de lo expresado en los párrafos inmediatamente anteriores, en este trabajo nos limitaremos a señalar algunas de las que consideramos que pueden ser las más que posibles líneas de conexión (de diacronía histórica) entre “Sacrana” y “Jarana”, en unas conclusiones que no son sólo fruto de nuestra investigación directa sino de la labor de otros estudiosos que han querido acercarse al tema que ahora nos ocupa de forma -si se quiere- colateral, al centrar su interés en el ámbito de la Bahía de Cádiz ya en época medieval.

Plinio El Viejo
Plinio El Viejo

Un factor, y por cierto no menor, a tener igualmente en cuenta de cara a estudiar y comprender la dinámica y la evolución de las tierras del actual término municipal de Puerto Real es el de la asimilación que se ha venido produciendo hasta el momento presente entre Sacrana-Jarana y [¿Regina?]-Rayana[4]. Desde las versiones tradicionales (sostenidas por los trabajos más antiguos, y mantenidas por determinados epígonos recientes cuando no actuales) que identificaban “Rayana” con el origen remoto de Puerto Real[5] no hemos contado con estudios específicos que, desde Puerto Real, abordasen la realidad de un período (el medieval prefundacional)[6] aún “oscuro” (por así decirlo) en nuestra Historia local hasta nuestros días (a falta de más investigación, una carencia a cuya resolución queremos creer que estamos tratando de contribuir); en el marco más general de la Bahía sí contamos con cierta tradición historiográfica relativa a estas épocas[7], y más recientemente hemos asistido a la renovación de los estudios y consideraciones sobre esta zona de la Baja Andalucía en época medieval. Así, trabajos como los de Abellán, (1996, 2002, 2004 y 2005), Fierro (1991), Franco (1995, 1997), Fresnadillo (1989) Martín (2003 y 2004), Pavón (1996), Sáez y Sáez (2005), Sánchez (1986), Sánchez Saus (1996), Suárez Japón (1991)[8], entre otros, han venido a incrementar nuestro conocimiento no sólo del ámbito gaditano-xericiense en las épocas “oscuras”, sino (y como parte integrante del mismo) también de nuestro territorio (hoy término municipal) en época medieval prefundacional (la época quizá más “oscura” hasta el momento presente por lo que respecta y atañe al conocimiento histórico existente sobre nuestro territorio local).

La identificación tradicional que se ha venido produciendo entre “Jarana” y “Rayana” ha podido quizá venir dificultando la identificación veraz de ambas realidades. E consuetudine (esto es, por costumbre) se viene entendiendo de forma asumida, asentada (tópica) aunque, hasta cierto punto, laxa, que el solar en el que en 1483 se asentase oficialmente la Fundación de la “Real Villa de Puerto Real” vendría a identificarse con la alquería de “Rayana” (o “Rayhana”, o “Rayhane”, o “Rayane”); en estos entornos y bajo esta perspectiva, el solar del Barrio de Jarana venía, pues, a quedar “subsumido” (tanto cuantitativa como cualitativamente, y más por elisión que por acción o volición) en la nueva Fundación, no sólo materialmente sino también por lo que atañe a su identidad propia como una verdadera entidad poblacional ya existente en época “prefundacional” (esto es, con pasado y con Historia propios).

Dado el estado actual de la investigación, entendemos que el debate (de existir) está no sólo ni principalmente en la ubicación física y material de “Sacrana” y “Rayana” (acerca de su/s emplazamiento/s hipotéticos y/o reales), sino en su propia existencia como dos realidades físicas “a se” diferentes (y no como una sola realidad, tal y como se venía asentando, más por costumbre que por conclusión), disociadas, coexistentes en el tiempo (más que probablemente coetáneas, si no en diacronía sí en sincronía), y más que probablemente cercanas (cuando no vecinas y quizá limítrofes) en el espacio, y todo ello en el ámbito oriental y sudoriental del saco meridional de la Bahía de Cádiz, y emplazadas (ambas realidades poblacionales) más que probablemente en unos territorios que corresponden actualmente al moderno término municipal de la Villa de Puerto Real[9].

 REFERENCIAS:

[1]  A este respecto, R. González y D. Ruiz (1999) señalan la existencia de un puerto tardorromano en territorio portuense, que habría podido, según los autores, sustituir a un “portus gaditanus” que ellos parecen establecer más al interior, en la zona jerezana de la margen izquierda del Guadalete; con independencia de estas (y otras) matizaciones sobre el “Portus Gaditanus”, nos interesa más la referencia a ese “puerto exterior de época tardorromana”, emplazado hipotéticamente en el moderno núcleo (o entorno) de la ciudad de El Puerto de Santa María, como parece apuntar la investigación en la actualidad; sobre el Portus Menesthei, a modo de sucinta introducción a la cuestión (del entorno urbano de la vecina localidad de El Puerto de Santa María en época romana, su entidad como emporio portuario/marino y lo relativo al río Guadalete, véase por ejemplo lo recogido en la web http://www.gentedelpuerto.com/2014/03/02/2-035-a-proposito-del-portus-gaditanus-de-balbo/).

[2]  Cfr. J. Vallvé, La división territorial de la España musulmana. Madrid. CSIC, 1986, pp. 325-326; más recientemente vid., J. Abellán Pérez, Poblamiento y administración provincial en Al-Andalus. La cora de Sidonia. Málaga, 2004.

[3]  Cfr. al respecto C. Alonso, F.J. Gracia y J. Benavente, “Las marismas, alfares y salinas como indicadores para la restitución paleotopográfica de la Bahía de Cádiz durante la Antigüedad”, en Actas de los XVI EHA “Las industrias alfareras y conserveras fenicio-púnicas de la Bahía de Cádiz”. Córdoba 2004, pp.263-287.

[4]  Sería muy atractiva la posibilidad de que hubiera alguna relación entre la toponimia (el nombre, el topónimo) de “Rayana” y la Regina (o aún la Laepia Regia, latina en este caso e igualmente situada en el convento gaditano) de Plinio [NH III.1(3), 15], un municipium civium Romanorum del Conventus Gaditanus que de acuerdo con algunos investigadores podría haber estado situado entre Arcos y Jerez de la Frontera, a lo largo del bajo curso del Guadalete, como nos señala Chic García (“Lacca”, en Habis 10-11, 1979-1980, pp. 274-275); en otro contexto andaluz, relativamente cercano al de nuestro interés (Málaga), y para lo relativo a la relación entre “Rayya” y “Regia”, vid. J.A. Correa, “Origen del corónimo RAYYA”, Al-Qantara XXVII, nº. 1, enero-junio de 2006, pp. 207-214. En relación con estas “ciudades gaditanas” de Plinio el Viejo, nos recuerda G. Chic García cómo el almirante y tratadista romano menciona (entre otras) a Cappa cum Oleastro. ¿Podría tratarse del “Oleastro” de la Bahía? El mismo Chic lo señala así en la pg. 275 de su texto, rechazando las aseveraciones de Mancheño, erudito arcense de principios de siglo XX quien habría situado este Oleastro en el territorio de su localidad (Chic, art. cit., pg. 275, n. 122); la situación de Cappa al N. de la actual provincia gaditana, resultado de la orientación de las fuentes (como el Cosmógrafo de Rávena IV, 42) es reflejada por el mismo Chic (que la sitúa al N.E. de Asta y el N.O. de Arci -Chic, art. cit, pg. 277) o Tovar (Iberische landeskunde… Baetica, pp. 49-50); para Turrirecina o Regina, vid. igualmente Tovar, op. cit., pg. 56.

[5]  Así, e.g., Moreno de Guerra (op. cit.), pero no sólo él: algunos trabajos más recientes, pero adscritos a la “escuela tradicional” o “conservadora” (si de tanto como tal puede hablarse en la reciente Historiografía portorrealeña) se limitan en apariencia (y en el fondo, lo cual es más definitorio) a ejercer un “seguidismo” simplista de los textos historiográficos anteriores, sin aportar nada nuevo, reproduciendo esquemas válidos en su día (hace, en el caso de Moreno de Guerra, p.e., casi 100 años), pero en buena medida ya desfasados en el momento presente (y en propio instante de la misma redacción de dichos párrafos “seguidistas”); sírvanos como ejemplo un botón: J.Mª. Cruz, “Realengo y señorío”, en A. Muro (et al.), Los pueblos de la provincia de Cádiz. Puerto Real. Cádiz, 1983, pg. 45, donde se sigue recitando (sin concesiones al avance de la investigación, y en detrimento de la mejor inteligencia de nuestro pasado, merced al refuerzo simple de los tópicos asentados y con una aparente carencia de interés crítico) que “En terrenos de la antigua alquería de Rayhana deciden los Reyes Católicos establecer una fundación propia” (loc. cit.); viene a suceder con Rayhana/Rayana lo que ha sucedido históricamente con el “Portus Gaditanus” (“Balbus”): su adscripción física a tierras de Puerto Real se ha basado más en la tradición que en la investigación; como consecuencia de ello seguimos arrastrando un elenco no precisamente reducido de lugares comunes y de asertos construidos sobre otros asertos anteriores (e igualmente no contrastados), apoyados esencialmente en la tradición historiográfica sin más.

[6]   Mientras, y por un contraste no buscado, los estudios sobre el pasado antiguo de nuestro “territorium” (con trabajos de campo e investigación de gabinete) no han cesado de progresar, arrojando luz de forma continua sobre este capítulo de nuestro pasado, muy especialmente a partir del último decenio del pasado siglo XX.

[7]  Véanse en este sentido (y sin pretensiones de exhaustividad) trabajos como los de D.M. Zurita, “La isla de Cádiz en el siglo XV”, en Hispania XXVII, 1947, T. VII, pp. 222-255, o L. Torres Balbás, “El Castillo del Lugar de la Puente en la Isla de Cádiz”, en Al-Andalus XV, 1950, pp. 202-214; igualmente, aunque de fecha algo más reciente, P. Martínez Montávez, Perfil del Cádiz hispano-árabe. Cádiz, 1974; asimismo, P. Antón Solé y A. Orozco Aguaviva, Historia Medieval de Cádiz y su provincia a través de sus castillos. Cádiz, 1976.

[8]  Insistimos en que no contamos con pretensiones de exhaustividad; queremos tan sólo presentar una bibliografía sucinta relativa al tema en cuestión, o que al menos recoja ejemplos de los principales posicionamientos en el análisis sobre las distintas hipótesis; en este sentido, cfr. J. Abellán Pérez, El Cádiz islámico a través de sus textos. Cádiz, 1996; “Urbanismo religioso en la cora de Medina Sidonia”, en Actas del II Congreso Internacional La ciudad en Al-Andalus y el Magreb. Granada 2002, pp. 121-138; Poblamiento y administración provincial en al-Andalus. Málaga, 2004; El Cádiz islámico a través de sus textos (2ª. ed., ampliada y corregida). Cádiz, 2005; J.A. Fierro Cubiella,  El Castillo del “Lugar de la Puente” en San Fernando, Cádiz. Cádiz 1991; A. Franco Silva,  La Isla de León en la Baja Edad Media.San Fernando, 1995; “Las salinas de la Isla de León a fines de la Edad Media, en A. Malpica y J.A. González (eds.), La sal: del gusto alimentario al arrendamiento de salinas. Granada, 1997, pp. 143-167; R. Fresnadillo,  El castillo de la Villa de Cádiz (1467?-1947).Una fortaleza medieval desvanecida. Cádiz, 1989; E. Martín Gutiérrez, La identidad rural de Jerez de la Frontera. Territorio y poblamiento durante la Baja Edad Media. Cádiz, 2003;  La organización del paisaje rural durante la Baja Edad Media. El ejemplo de Jerez de la Frontera. Madrid, 2004; B. Pavón, “El arco del Pópulo. En torno al Cádiz musulmán”, en Al-Qantara XVII, fasc. I. Madrid 1996, pp. 171-201; A. Sáez Espligares y A.M. Sáez Romero, “Reflexiones acerca del ‘Concejo de la Puente’: origen y desarrollo en los ss. XIII-XIV”, en Arqueología y Territorio Medieval 12.2, 2005, pp. 7-33; J. Sánchez, Cádiz. La ciudad medieval y cristiana (1260-1525). Córdoba 1986; R. Sánchez Saus, Linajes medievales de Jerez de la Frontera (2 vols.). Sevilla, 1996; J.M. Suárez Japón,  Frontera, territorio y poblamiento en la provincia de Cádiz. Cádiz, 1991; sin olvidar la obra colectiva Cádiz en el siglo XIII. Actas de las “Jornadas Conmemorativas del VII Centenario de la muerte de Alfonso X el Sabio”. Cádiz, 1983.

[9]  Es necesario no sólo aclarar el “dónde”, sino incluso el “qué”, determinando definitivamente (en función de nuestras posibilidades a tales efectos y fines) si se trata (y por tanto se habla) de una sola realidad, como se ha venido haciendo tradicionalmente, al confundirse “Rayana” con “Sacrana” -siendo que esta última, ni se consideraba (cfr. al respecto Sáez y Sáez 2005, art.cit.), o si podemos aceptar (como realmente entendemos que sucede) que se trata de dos núcleos poblacionales -de reducido formato- diferentes y con entidad propia: de una parte Rayana (del que conocemos el topónimo histórico) y Sacrana (que pervive bajo el nombre -y las calles- del Barrio de Jarana, en el actual término municipal de Puerto Real).

Manuel Parodi
Manuel Parodi
Doctor Europeo en Historia, arqueólogo. Gestor y analista cultural. Gestor de Patrimonio. Consultor cultural.

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